EL SISTEMA” DE CONSTANTIN
STANISLAVSKI (Texto y vídeo)
Constantin Sergueievich
Stanislavsky (1863-1938) enriquece el teatro y el arte del actor con su
revolucionario “Sistema” en los albores del S. XX. Es la revolución más profunda en la expresión
teatral que ha existido.
En 1909, formula por escrito el primer esbozo de su teoría. Fundó y dirigió el TAM, el Teatro del Arte de Moscú, y aplica su teoría en muchos Estudios y Talleres teatrales. De su escuela salieron importantes actores y directores de escena que convirtieron a Moscú en la capital de la experimentación teatral europea.
En 1909, formula por escrito el primer esbozo de su teoría. Fundó y dirigió el TAM, el Teatro del Arte de Moscú, y aplica su teoría en muchos Estudios y Talleres teatrales. De su escuela salieron importantes actores y directores de escena que convirtieron a Moscú en la capital de la experimentación teatral europea.
Su
teoría la continúan, aunque con algunas pequeñas modificaciones, sus
discípulos: Vajtangov, Meyerhold, Michail Chejov, María Osipovna Knebel…
Su
teoría surge como reacción a movimientos anteriores, como el romanticismo o el
clasicismo, que se identifica con una actuación artificiosa, sostenida por un
cuidado uso de la voz y la gestualidad, pero que no tenían nada que ver con la
forma en que los seres humanos se comportan en la vida. Era un teatro lleno de
estereotipos y convencionalismos.
Stanislavski
comprendió que se necesitaban actores nuevos, con nuevas técnicas.
Principios importantes del
Sistema de Stanislavsky:
·
El actor
creativo:
Stanislavsky
buscaba formar un actor creativo, entiende que el trabajo con una obra de teatro es una tarea colectiva. Para ello
demanda la intervención, la creatividad de los actores.
Distinguía
entre actores activos y actores pasivos.
Hay actores
que no preparan nada en casa, que no estudian ni analizan la obra, que no
trabajan su papel, ni tienen iniciativa en los ensayos, solo esperan que les
guíe el director y se convierten en robots, en actores-repetidores, son los actores abúlicos, pasivos.
Pretendía
crear una atmósfera creativa, un
ambiente de trabajo adecuado. Este ambiente no solo queda circunscrito a los
ensayos, sino a todo el proceso de trabajo con la obra. Decía: “el actor está
embarazado del papel” Al igual que la madre trae un niño al mundo, el actor
trae un personaje al mundo.
Daba mucha
importancia al trabajo de mesa:
análisis de interrelaciones, motivaciones internas, caracteres, acción transversal,
supertarea, subtexto… Con los años se dio cuenta de que este trabajo de mesa debe
hacerse cuando el actor ya ha leído la obra, ha pensado sobre ella y su
personaje, y está familiarizado con su contenido. De esta forma, actor y
director pueden trabajar juntos, para que se dé una relación creativa entre
ambos.
Si
el trabajo de mesa se hace antes, ocurren dos cosas: a) toda la información del
director cae en tierra baldía porque los actores no conocen ni han meditado
sobre la obra ni sobre los personajes,
b) se fomenta la pasividad del actor.
·
Las
circunstancias dadas:
Son los hechos
ocurridos, la época, las costumbres del momento, el ambiente, las condiciones
de la vida, las relaciones con los otros personajes, el pasado y el futuro del
personaje, los decorados, el vestuario, los objetos necesarios… todo lo que debe saber y tener en cuenta un
actor para representar su personaje.
Teniendo en
cuenta esas circunstancias, el actor irá creando su propio personaje.
·
Supertarea
o Superobjetivo:
Puede que un
personaje deba conseguir distintos objetivos en las diferentes escenas, pero por debajo de esos objetivos existirá un superobjetivo o una supertarea que
da sentido al personaje, y que le impulsa a realizar las acciones.
·
Línea de
acción continua o acción transversal:
Para
Stanislavsky, la obra y el personaje se analizan a partir de la acción, de los hechos, de los
sucesos, de sus consecuencias y de sus interacciones. Por eso, los hechos deben
ser valorados en profundidad, es
decir, hay que penetrar en la esencia del hecho mismo, y verlo con los ojos del
propio personaje.
El actor debe
buscar la línea de acción continua, la idea de una sola acción que mantiene al
personaje a lo largo de toda la obra y que subyace
por debajo de todas las demás acciones.
Toda
acción, esto es, cuanto suceda en el escenario, tiene un propósito, y tendrá
por tanto una reacción, una consecuencia.
·
Línea del
papel o Perspectiva en la construcción del personaje:
Recorrido y evolución de cada personaje
en la obra. El actor, una vez analizada la obra, debe tener constantemente la
línea del papel de su personaje. Después
de meditar profundamente, analizar su papel y sentirse vivo dentro del actor, a
este se le abrirá la perspectiva de su personaje. Es el sendero que atraviesa
una obra de teatro, y a lo largo de ese sendero avanza la línea continua de
acción.
·
Ensayos
con estudios o Improvisaciones sobre textos:
A Stanislavski
le gustaba trabajar mediante ensayos con estudios: interpretación de la
línea interna del papel sin memorización del texto del autor; actuación con las
propias palabras de los actores. Actuar cambiando las palabras del autor, pero
conservando sus ideas. Tras un ensayo con estudios, cuando el actor vuelve al
texto, absorbe ávidamente las palabras con que el autor ha reflejado sus ideas.
El actor relaciona el texto improvisado y el texto escrito, y esto supone una
memorización comprensiva del texto.
Intentaba
evitar la memorización sin sentido del texto, evitaba convertirlo en un
parloteo memorístico, en una gimnasia mecánica, en algo muerto.
·
El
segundo plano o el Subtexto:
Es el rico y
variado mundo interno de los personajes. Los procesos espirituales que
permanecen ocultos a la vista, en un primer plano. Es la carga interna del
personaje. El actor en escena debe pensar como piensa su personaje, debe hablar
consigo mismo como lo haría el personaje, debe imaginar su propio monólogo
interior.
Schepkin, un actor ruso, decía:
“En escena, cuando te hablan, escuchas, pero no callas. A cada palabra audible
has de responder con tu mirada, con cada rasgo de la cara, con todo tu ser: has
de tener un lenguaje mímico más elocuente que las palabras”.
·
Imágenes
mentales / La imaginación:
Establecer en
nuestro interior una secuencia de imágenes. Reflejar en nuestra propia visión interior
elementos semejantes a los que ocuparían la visión interior del personaje. Esas
imágenes son un salvavidas para el actor cuando el diálogo se convierte en
repetitivo y gastado por su uso. Para conseguir esas imágenes mentales, hay que
utilizar la imaginación, la “fantasía creativa” por medio de las preguntas:
qué, dónde, cuándo, por qué, cómo. Hay que intentar que el interlocutor vea las
cosas tal y como las ve el actor.
El actor debe proyectar en la
mente del otro actor el contenido y las imágenes que tiene en la suya.
Traspasar al interlocutor sus visualizaciones para que este mire con sus
propios ojos aquello de lo que yo hablo.
·
La
caracterización del personaje / Vivir el personaje:
Unión de lo físico y lo psíquico. El
personaje se compone como cualquier ser humano de ambas cosas. La unión entre
la vida física y la anímica es indisoluble. El estado interno de la persona
(ideas, relaciones…) se expresa con la palabra y con el cuerpo. Hay que
infundir la vida de un espíritu humano a un personaje. La caracterización
física del personaje es consecuencia de su contenido interior.
Ambas
caracterizaciones: la externa y la interna forman un todo, una asociación
indisoluble.
La
caracterización externa (la voz, manera de hablar, de andar, de moverse, de comunicarse…)
explica e ilustra la caracterización interna. Es resultado de la
caracterización interna. La caracterización física va surgiendo una vez que se
establecen los valores internos del personaje.
Cada actor
desarrolla su caracterización externa a partir de sí mismo, de su propia
experiencia, y a partir de la vida misma; tomándola de la vida real o
imaginaria (cuadros, novelas, grabados, dibujos…)
Hay que huir
de los clichés, de los gestos universales, de los amaneramientos prefabricados,
de los estereotipos: eso es imitar, es copiar una forma externa solamente.
Hay que
conseguir individualizar el personaje, crear personajes únicos, eso se consigue
analizando las circunstancias dadas que rodean al personaje. Cada actor
debe dar su toque personal al personaje.
Los
movimientos (expresividad corporal) siempre deben tener una intención, y deben
estar relacionados con el contenido del
papel.
Contención y
control. Los gestos superfluos emborronan, ensucian la actuación. El actor debe
saber cómo anda, cómo se sienta, cómo se mueve su personaje.
Vivir el personaje: representarlo de
forma auténtica y sincera cada vez que se representa. Pensar, sentir, moverse,
hablar al unísono con el papel. Dar vida interior y física (exterior) al
personaje. Vivir orgánicamente el papel. Para ello se trabaja desde el interior
del actor.
No se deben imitar
sentimientos ni pasiones por sí mismas. Deben vivirse. Hay que pensar en las
causas que promueven esos sentimientos. Así se evitará la actuación mecánica,
de autómata.
·
Memoria
emotiva:
Igual que la
memoria visual pude reconstruir la imagen interior de algún objeto olvidado,
lugar o persona, la memoria emotiva puede hacer revivir sentimientos que antes
ha experimentado.
·
Concentración:
el actor debe estar solo pendiente de lo que ocurre en el escenario, en su
entorno, no de lo que ocurre en la sala. Hay que fijar la atención. Crear un
círculo de atención. Lo que llama “la soledad en público”.
·
Dicción:
La
palabra es la melodía de la obra. Es tan importante como el canto en la música.
La mala dicción provoca confusión, reconexión por parte del espectador. No se
puede hablar mecánicamente en escena, de forma irreflexiva, como loros. No se
deben usar palabras sin alma, sin sentido. Las palabras no deben estar
divorciadas de las ideas, de la acción. La misión principal de la palabra es la
transmisión de las ideas, de los sentimientos, las imágenes, los conceptos… Convertir
las palabras de otra persona en suyas propias.
La palabra
pronunciada en escena ha de reflejar el mundo interno, los deseos, los miedos,
las ideas… del personaje. El actor debe comprender el contenido de las palabras
que va a decir.
Las
palabras deben sonar a auténticas, vestidas de auténticos sentimientos.
Aparte
de las pausas lógicas (las pausas sintácticas, ortográficas) existen las pausas
psicológicas: las que convierten los silencios en elocuencia, está llena de
actividad y es rica en contenido interior.
Como
en los cuadros que existe una gama de colores, así también en el lenguaje hay
distintos planos en la dicción, distinta fuerza expresiva, distinta entonación.
Así se resaltará una sílaba o una palabra, o una frase o un fragmento según la importancia
dentro de la obra.
·
Ética
teatral:
Para estar
inspirado un actor a una hora determinada, a la hora de actuar, necesita una
disciplina, un sentido del esfuerzo colectivo. El esfuerzo creador colectivo es
la raíz del arte teatral.
Dar
vida a un personaje en escena no es fácil, supone mucho trabajo, hay que
dotarse de una disciplina, de un hábito y de una técnica.
Saber
mantener el control, no dejarse llevar por ovaciones y alabanzas, son
peligrosas tentaciones, halagan la vanidad personal. Rechazar el
exhibicionismo. “Ama al arte en ti mismo, no a ti mismo en el arte”. El éxito es transitorio y efímero. La lucha
por destacar entre actores, directores, los celos ante el éxito de los demás,
las discordias por diferencia de salarios y de la clase de papeles en el
reparto, constituyen el peor de los males de la profesión teatral.
Disciplina
en los ensayos. Llegar con tiempo suficiente para repasar la creación del
estado interno del personaje.
En
los descansos, en las esperas a entrar a escena, entre ensayos, el actor tiene
que trabajar su técnica.
Todos
los trabajadores de un teatro colaboran en la creación de la magia:
taquilleros, acomodadores, utileros (telón, bastidores…), técnicos (luces,
sonido…), escenógrafos, vestuario, actores, director… Si algo falla desluce el
espectáculo, crea mal ambiente.
Crear algo a la vista de un
público, palabras impuestas por un autor, decorado diseñado por un escenógrafo,
montaje realizado por un director, más los temores e inseguridades del actor,
todo ello condiciona mucho las dotes naturales del actor. Con la técnica, con
la experiencia y con la voluntad se irán superando.
Por
otro lado, un uso en exceso, exagerado de la técnica puede llegar a inhibir,
conducir a una actitud hipercrítica, y dar un resultado contraproducente.
El
actor debe tener amplios conocimientos: arte, literatura, pintura…
Bibliografía:
Preparación del actor. Constantin
Stanislavski. Editorial Quetzal
La construcción del personaje.
Constantin Stanislavski. Alianza editorial.
El último Stanislavski. María Ósipovna
Knébel. Editorial Fundamentos.
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